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La ciudad europea que (casi) nadie conoce y deberías visitar: está cero masificada

Ciudad europea
Vilna.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Alejada del bullicio de las grandes ciudades europeas, Vilna se presenta como un destino fascinante y asequible, rebosante de historia, cultura y encanto. Apodada la «capital de las iglesias» por su impresionante arquitectura y sus numerosos templos, la ciudad también se distingue por su vibrante vida juvenil y su carácter bohemio. Los viajeros pueden encontrar hoteles por sólo 40 euros, y disfrutar de comidas deliciosas a partir de 9 euros, haciendo de Vilna una opción económica y atractiva para quienes buscan un buen equilibrio entre calidad y precio.

Desde su independencia de la URSS, Vilna ha sabido armonizar la modernidad con el respeto por sus tradiciones. Esta fusión se refleja en su dinámica vida cultural, que incluye pubs, restaurantes modernos y cafés tradicionales, todo ello integrado con el rico patrimonio histórico de la ciudad. El casco antiguo de Vilna, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es el centro histórico barroco más grande de Europa del Este, ofreciendo una mezcla de estilos arquitectónicos que van desde el barroco hasta el gótico. Fundada en 1323, la ciudad ha sido un importante centro comercial y cultural, siendo testigo de importantes eventos históricos, incluyendo la fundación de su universidad en 1579 y su desarrollo actual como capital de Lituania.

Vilna, la joya escondida de Europa del Este

Vilna, antigua capital del Gran Ducado de Lituania, vivió su apogeo en el siglo XVI bajo el reinado de Segismundo II de Polonia, destacándose como un importante centro comercial y cultural con una notable diversidad de poblaciones, incluyendo polacos, judíos, ucranianos, rusos y alemanes. Esta riqueza se vio truncada por las invasiones rusas, saqueos y masacres.

Posteriormente, la ciudad pasó a ser parte de Polonia y luego de Rusia tras la tercera partición en el siglo XVIII. Las invasiones de Napoleón y los alemanes, seguidas por la ocupación bolchevique, marcaron periodos difíciles para Vilna. En 1920, Lituania proclamó su independencia y Vilna se anexó a Polonia, lo que llevó a conflictos con el resto de Lituania.

El crecimiento económico de Vilna, impulsado por inversiones judías y polacas, exacerbó las tensiones internas, llevando a la anexión forzada por el ejército rojo y a la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo el régimen nazi, la ciudad sufrió una devastadora persecución de judíos, con unos 70.000 asesinatos documentados.

Tras la Segunda Guerra Mundial y la repatriación de polacos, Lituania recuperó su independencia en 1991. Hoy, Vilna es un crisol de culturas y religiones, conservando su rica herencia artística y bohemia.

Lugares de interés

Vilna, la capital de Lituania, ofrece una rica mezcla de historia, cultura y arquitectura. Comienza tu exploración en el centro histórico, donde las calles Pilies y Didžioji te sumergirán en el ambiente medieval y barroco de la ciudad.

Un punto central de interés es la Plaza del Ayuntamiento, el corazón vibrante de Vilna. Aquí, el antiguo ayuntamiento, ahora sede de la oficina de turismo y centro de exposiciones, da vida a la plaza llena de terrazas y cafés. Desde la plaza, camina hacia la Catedral de Vilna, un majestuoso edificio neoclásico erigido sobre antiguos templos paganos. La catedral es el principal templo católico de Lituania, y su cripta y catacumbas ofrecen una visión de la historia de los grandes duques lituanos. No te pierdas la oportunidad de subir a la torre del campanario para disfrutar de las mejores vistas panorámicas de la ciudad.

La Colina de las Tres Cruces, un lugar legendario, ofrece unas vistas impresionantes de Vilna tras una subida de 250 escaleras. Este monumento conmemora a los frailes franciscanos martirizados y ofrece una perspectiva única del casco antiguo y el barrio bohemio de Užupis. Este último, conocido por su independencia declarada en 1997 y su vibrante escena artística, es un lugar encantador para pasear, con multitud de cafeterías y galerías de arte.

Continuando con el recorrido, la Puerta de la Aurora, la única de las antiguas murallas defensivas aún en pie, alberga una capilla con un icono venerado como milagroso. No lejos de aquí, la Universidad de Vilna, la más antigua en los países bálticos, destaca por su arquitectura y sus patios tranquilos. La Iglesia de San Juan dentro de la universidad ofrece unas vistas preciosas del casco histórico.

Para una visión más amplia de la historia de Lituania, el Museo Nacional de Lituania proporciona un panorama desde la Edad Media hasta la actualidad. El Bastión de Vilna, parte de las antiguas murallas defensivas, ofrece vistas encantadoras y una muestra de la historia local. En el barrio de Gedimino, una avenida animada llena de tiendas y restaurantes, podrás experimentar el bullicio y la vida cotidiana de la ciudad.

Finalmente, para una experiencia única, visita el Vijokliai Beer Garden, famoso por sus murales y su ambiente relajado. Y no te pierdas la oportunidad de degustar el plato nacional lituano, los cepelinai, en uno de los restaurantes de Vilna.

¿Te animas a descubrir ésta preciosa ciudad europea?

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